miércoles, octubre 04, 2006

 

El partido de mis sueños

“DESPERTE Y TRANSFORME MI SUEÑO EN REALIDAD”

“Realmente soy un soñador práctico;
mis sueños no son bagatelas en el aire.
Lo que yo quiero es convertir mis sueños en realidad”.
Mahatma Gandhi.


Confieso que no todo lo que he soñado he querido que se haga realidad; por el contrario, en más de alguna vez he deseado que ciertas situaciones de mi vida sean sólo una pesadilla de la cual quiero despertar pero no puedo; desafortunadamente me encuentro en un entorno imposible de ignorar. Es por eso que los sueños que me inspiran, me alientan y motivan incluso cuando estoy despierto, son los que deseo realizar, son los que me alegran mi vida y los que hacen que esta sea interesante.
No comparto del todo respecto de los sueños esa concepción de ser ideas, deseos, esperanzas y proyectos sin probabilidad de realizarse, sin fundamento; cosas fantasiosas las cuales dan por cierto lo que no es.
Hay una frase muy conocida de André Gide, un escritor francés que dice “todas las cosas están ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre”, y la cito por lo siguiente:
Desde el sexenio del presidente José López Portillo (1976-1982) México ha sido testigo de grandes esfuerzos que han realizado distintos actores de diversas corrientes e ideologías políticas por lograr refrendar un registro provisional de partido fuera de negociaciones poco claras, intentos que fueron posibles dadas las reformas electorales como fuente para democratizar la sociedad que se hicieron realidad por el impulso del entonces Secretario de Gobernación Jesús Reyes Heróles en el año de 1977. En ese impresionante paso se logró aplicar cuatro primeras herramientas para el proceso de innumerables acontecimientos en nuestro país; la primera de ellas fue los recursos humanos, entendidos como el grupo de intelectuales, académicos, activistas y empresarios generadores de grandes ideas y proyectos; en segundo lugar los recursos económicos, es decir la “inversión monetaria”, grandes cantidades de dinero necesarias para movilizar toda una estructura mínima para cumplir requisitos de forma y fondo; como tercera, los recursos materiales incluidos el conjunto de marco jurídico necesario; y la cuarta y última, el recurso obligado, es decir, las y los ciudadanos comunes mayores de 18 años con su pase mágico denominado credencial para votar con fotografía; recursos importantes y necesarios, cada uno en su espacio y en su momento finalmente fueron indispensables. Pero aún con todo y eso no fue suficiente para que grupos emergentes consiguieran su permanencia en el escenario político, recordemos que en México han desaparecido cerca de 19 partidos políticos de los cuales destacaron enormemente el partido Popular Socialista (PPS) fundado en 1948 por el Maestro Vicente Lombardo Toledano, quien se inspiro en la filosofía del materialismo dialéctico; le siguieron el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) fundado por ex militantes del histórico Partido Comunista Mexicano (1919-1981) de tendencia marxista-leninista el cual únicamente fue legal a partir de 1979, uno más desaparecido fue el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) existido de 1981 a 1987 y dirigido por Arnoldo Martínez Verdugo, a partir de estas ideologías se extinguieron mas recientemente Fuerza Ciudadana (2002-2003), Democracia Social (1999-2000) y México Posible (2002-2003).
De acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (artículo 41, fracción I), “Los partidos políticos son entidades de interés público que tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo. Sólo los ciudadanos podrán afiliarse libre e individualmente a los partidos políticos”.
Bajo esa definición, un día soñé con un partido que fuera una institución humilde, de compañerismo, de ciudadanías fortalecidas, de dirigentes capaces y organizados, de integrantes aguerridos, de grupos unidos, sin división de clases sociales y con jóvenes como su principal motor de impulso, haciendo equipo al lado de personas de gran respeto y admiración por su espíritu de lucha, su trayectoria y sus logros; soñé con ese espacio honesto el cual no se doblega a pesar de ser tentado por la ambición económica, por intereses egoístas y mal intencionados, por lo contrario, soñé un lugar dominado por una dirigencia honesta, íntegra, inteligente, humana y consciente; con un liderazgo que enfrenta circunstancias difíciles sin doblegarse ante nada ni nadie; abandera temas y propuestas olvidadas por los partidos tradicionales y saca a la luz temas urgentes y polémicos en los que el tabú, la doble moral, el doble discurso y la protección de intereses de cotos de poder en muchas ocasiones han oscurecido. Y es que en la lucha encarnizada por el poder, en una carrera sin medida por ocupar cargos públicos y satisfacer necesidades individuales; se dejan a un lado las causas sociales y se olvidan de las y los ciudadanos comunes ignorando el fin y motivo de ser de un partido político; reitero, esto representa parte de aquel sueño porque para personas nacidas fuera del ambiente político, sin padrinos mágicos ni apellidos rimbombantes, entes que únicamente cuentan con su ímpetu, preparación, capacidad y ganas de colaborar, no les es fácil conseguir un espacio directo de participación donde puedan expresarse, ser escuchados, dirijan y formen parte de la toma de decisiones; aún y cuando hayan sido pieza importante de la construcción del partido, en el entendido de que para lograr esa inclusión, es indispensable haber sido base de su cimentación ya sea como militante o simpatizante congruente entre su ideología política y la del partido. En aquel sueño observe a una entidad con estructura nacional que dejó de ver como extraños y chiquitos a quienes viven fuera de la ciudad centralizadora, “la ciudad de la esperanza”; una institución donde sus actos no fomentan la división ni indiferencia en todas sus formas; no se conforma con rendir cuentas y ser transparente, sino que más bien es consciente en el ejercicio de sus recursos; en ese organismo me di cuenta que no enfoca solamente sus esfuerzos hacia sectores específicos del país, sino que ofrece a la sociedad en su conjunto la gama de propuestas, proyectos y posibilidades alcanzables; mantiene un trabajo constante de promoción política de tal manera que cada día aumenta el número de sus afiliadas y afiliados convencidos; forma cuadros en áreas específicas que funcionan como imán ante el acero en la recopilación de propuestas de candidaturas y evita así el invento de perfiles espontáneos como relleno de espacios en solicitudes de registro a puestos de elección popular; además cuenta con un comité consultivo nacional de jóvenes donde aportan ideas no amañadas, frescas e ingenuas en su sentido natural que las y los distingue y motiva a enriquecer las decisiones de los dirigentes nacionales; no era un partido electorero, porque entre sus metas cambiaba la idea y la manera de ver la democracia como simple concepto de votar y ser votado; allí no se ofrecen espacios de dirección por compromisos e intereses personales máxime si son ofertados a personalidades ajenas al partido; lo más llamativo que soñé era que tenía un ambiente fresco, ameno, y divertido y desde ese lugar podía convertirse en punto de reunión entre amigos jóvenes que invitaban al análisis y el debate; además capacitan y hacen ver que en sus normas y en sus estructuras hay mecanismos reales de avance y garantía del cumplimiento de lo que se promete; entre sus objetivos esta generar una sociedad civil organizada para que puedan exigir, reclamar y hacer valer sus intereses legítimos mediante el respeto y ejercicio de sus derechos como el de la información, la libertad de expresión y la libre asociación, sin representar un grupo de intereses, si no más bien el demostrar con sus actos que está para el bien público y el servicio desinteresado; ayuda a la sociedad respecto a sus derechos y las maneras en que los pueden hacer valer; sus liderazgos son dignos y respetuosos porque defienden los temas y propuestas sin titubeos ante cualquier panorama que se presente; por último, antes de haber despertado, vislumbre que se regía bajo los principios de la legalidad, imparcialidad, objetividad y equidad.
Así es el partido de mis sueños, como los planetas que giran alrededor del sol, como el agua de los ríos, como las manecillas de un reloj, como los triunfadores de la vida, como los ganadores de medallas, como los corazones que alegran; siempre en movimiento, siempre transformando.
En ese furor por realizar el partido de mis sueños está esa parte que lo hace más justo, más equitativo, deja a un lado los intereses económicos como medio para hacer carrera política; termina con los militantes y simpatizantes desvirtuados y contaminados dando paso a los convencidos por una ideología que permite capacitar, construir y solidificar estructuras de base en todos los ámbitos territoriales y de operación; usa la información como insumo primordial para escuchar, actuar y discutir; induce a reflexionar internamente para modificar y redefinir actitudes personales individuales que rompen esa idea de querer primero cambiar a los demás; se mueve a adquirir compromisos humanos capaces de cumplir; toma acciones de confianza para la gente; se mantiene siempre en movimiento, no estancado, constantemente construyendo; sin diferencias al interior del partido que funjan como bloqueo del conocimiento y aprendizaje de la gran diversidad dentro y fuera del equipo; invierte en sus jóvenes de escasos recursos económicos a través de apoyos en efectivo o especie de tal manera que contribuyen con su desarrollo y fomento de su interés político y participación activa, sobre todo en el área de suministro de ideas y proyectos, no tanto como meros promotores; obliga a sus dirigentes a capacitarse en temas políticos, sociales, económicos y culturales para ser encaminados a convertirse en líderes de grupos y desaprender de ser autoritarios, dictadores y sabelotodo.
La realización de esa parte de los sueños de muchas y muchos que como yo deseamos un verdadero cambio democrático que permita a las presentes y futuras generaciones incidir políticamente de tal manera que ni la ambición protagónica, ni la burocracia, ni las relaciones de palanca y filtros humanos impidan aterrizarlas en la vida cotidiana para el ejercicio de la participación real, se ha concretado en lo que surgió como un grupo político incluyente y diverso llamado Alternativa Socialdemócrata y Campesina el cual tiene una particularidad que le da una enorme diferencia, la de haber logrado refrendar su registro provisional de partido; él sí lo consiguió, mucho de lo que vi en aquel sueño se ha podido lograr, otra parte se está llevando a cabo y lo demás estoy seguro, no tardará en llegar con mi participación dentro de Alternativa; y es que, sí es cierto, muchas veces me dejo llevar por mi convicción y mis ideales, pero ayer me tocó nacer en una realidad crítica, opuesta, marginal y amafiada; empero todos los días lucho por ser mejor persona, por ser un hombre de causas, servicio y de trabajo; es por eso que hoy me considero partícipe de este espacio y de esta etapa de transición, porque coincido con el pensamiento de Mahatma Gandhi cuando dice que hay que ser un soñador práctico, y yo soy así; se que no sólo es una utopía más, sino que es el resultado de la consolidación de ciudadanías que moverán nuestro país y lo trasformarán ahora que he despertado por siempre en el México de mis sueños.

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